Tuesday, December 21, 2010

Rinocerontes

No sé si es una broma cósmica, no sé si Dios ahora está quizá, algo borracho, pero todos los autos de la ciudad se han convertido en enormes y blancos rinocerontes. La gente que los monta parece tan natural como si lo hubiera hecho siempre, y en vez de cláxones los rinocerontes lanzan poderosos rugidos a la orden de sus jinetes cuando éstos tiran de las riendas que atan sus cuernos. Algunos van de prisa y corren con gigantes zancadas, y otros, casi tan lentos y elegantes que parecen perros bien entrenados. Las avenidas de la ciudad están llenas de ellos y no se si las de todo el mundo también. Es mejor quizá, tener el suelo lleno de desechos orgánicos de rinoceronte, que el cielo lleno de tóxico humo.

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