Tuesday, December 21, 2010

Moscas

Abraham Ibáñez, médico general en turno del área de psiquiatría clínica, tiene ahora en sus manos la carta de despedida del Dr. Germán Galindo, Su cuerpo inerte yace frente a él y se encuentra en espera de que venga el personal de la ambulancia a recogerlo, Los enfermeros se encargan ya de llenar los documentos correspondientes para su traslado y entierro.

Desde que el Dr. Galindo entró ahí, al Centro Brown para enfermedades psiquiátricas, el Dr. Ibáñez se encargó personalmente del diagnóstico del paciente y de las evaluaciones día con día de su estado de salud mental. A decir verdad, el Dr. Ibáñez nunca encontró algún rasgo característico de locura, pero es difícil, en estas circunstancias que a algún paciente se le tome como a algo más que un pobre loco. El Dr. Galindo incluso llegó varias veces a conversar con otros pacientes, La verdad es que estoy aquí, un día comentó el paciente, por simple envidia de mis superiores, Mis méritos profesionales habían llegado a ser de bastante renombre, e incluso, se comentó de un cierto amorío entre la ex esposa del jefe del departamento médico de la universidad y yo, lo cual, debo confesar que es cierto. Irma me prefirió a mí que a su antigua pareja por su frialdad y su cada vez más frecuente estado colérico, y los rumores siempre son más poderosos que cualquier martillo eléctrico o a gasolina, atraviesan paredes y llegan a los oídos menos tolerantes y más furiosos. La sentencia no tardó en llegar, mi estado mental, según se afirmaba en el motivo de despido, me hacía incompetente para seguir trabajando en la Universidad y dando clases a los futuros doctores en física, Se me removió la plaza y se me desvinculó de las diferentes organizaciones científicas a las cuales yo pertenecía. Esa paradójica libertad me recluyó totalmente, me encarceló en el temible estado del desasosiego y me refundió en la melancolía y la desesperanza. También debo admitir que fui violento, si violencia es aquella que sólo se lleva a cabo en contra de seres inertes, Tiré piedras a las ventanas de la Universidad, rayé con una llave la pintura metálica del lustroso auto del jefe del departamento de medicina, corté la electricidad de un edificio en plena junta de profesores y padres de familia y tarde o temprano, los ojos nunca durmientes, los de las cámaras de seguridad, llevaron pixel a pixel, las los rasgos que conforman mi cuerpo, mis manos, mi cara, a las autoridades correspondientes. Y sí, las imágenes también hablan: A quien corresponda, este sujeto es culpable y peligroso, será mejor mantenerlo detenido. La cárcel o la prisión común resultó un resguardo que podría tornarse en temporal, se sugirió de forma contundente, que el resguardo fuera de tipo psiquiátrico, al fin de cuentas, nadie sabe cuando una sentencia producida por la locura terminará. El pretexto fue un pequeño escrito que hice con relación a los visitantes del futuro de lo que tanto les he hablado. Y ahora, el Dr. Galindo dejaba de hablar, sus interlocutores dormían, babeaban, se insultaban, y él en verdad parecía el único loco.

Con este escrito intentaré desmentir a ustedes señores, que el viaje de seres provenientes del futuro sea imposible, Sé bien que lo que algunos dicen es que esto no puede ser, debido a que si lo fuera, ahora en el presente tendríamos con nosotros a estos visitantes, Yo les digo caballeros, yo les digo queridas damas, que estas visitas no son menos que una realidad. Entre nosotros están los visitantes del futuro, y los podemos ver y tocar, ni siquiera necesitan esconderse. En el futuro el viaje al pasado se restringió a algunas élites, como ahora hacemos con las personas que pueden viajar al espacio, En segunda, se establecieron reglamentaciones y normatividades, y por último, se establecieron e incorporaron cualquier cantidad de dispositivos de seguridad para que nada fuera modificado en el pasado. Caballeros y Damas, gente del futuro viene a visitarnos preferiblemente en cuerpos de moscas, pero también de gusanos, de mariposas y de otros organismos insignificantes con el propósito de ser de tan poca importancia para nosotros que no reparemos en ellos o pongamos atención alguna. Cuerpos pequeños son fáciles de adquirir para la gente del futuro, incluso pueden ser fácilmente procreados en pequeños espacios, son fácilmente transportados al pasado y de forma sencilla albergan una conciencia humana, Los costes de producción son bajos y su vida dura alrededor de treinta días. Esto es una garantía de diversión absoluta para los turistas en el tiempo, con la seguridad de que nada se vea alterado. Poder volar por las calles de cierta ciudad en cierta época y entrar a todas las puertas y lugares que uno desee con la mínima intervención posible al curso normal de los acontecimientos es una posibilidad de la ciencia del futuro. He intentado convencer a la comunidad científica de este hecho, y por supuesto me han calificado de loco y me han recluido en este lugar, Ahora que estoy enfermo y las fuerzas me abandonan, atrapé como pude uno de estos cuerpos, una mosca, llevando consigo la conciencia de un humano proveniente del futuro. Le quité las alas para que no le fuera fácil escapar y está guardada al lado de mi cama en un pequeño frasco con un trozo de carne en el interior para que le sirva de alimento. Esta es la única forma para demostrar que no miento, que he estado observando a estos pequeños seres, e incluso comunicándome con algunos de ellos, desde hace varios años y he podido llegar a esta conclusión. No sé por cuanto más pueda yo estar en esta vida, pero siento ya que las fuerzas me abandonan. Quieran los científicos hacer caso a mi descubrimiento, y así poder crear algún vínculo de comunicación entre estos seres del futuro y nosotros. Quizá tengan algo que enseñarnos. Dr. Germán Galindo.

El Dr. Ibáñez dobla y guarda la carta en su propia bata, sin importar que quizá ésta fuera una prueba o evidencia policial. A nadie, repito, le importa en estos días lo a que a cualquier loco sin familia ni recursos económicos pueda haber dejado como testimonio. Instintivamente busca el frasco con la mosca en el interior, se agacha y lo recoge, al parecer el pedazo de carne lleva varios días y al abrir la tapa el mal olor escapa, Es lo único que puede escapar, pues efectivamente la mosca carece de alas, Pobre ser atormentado, será mejor dejarla libre, El Doctor Ibáñez inclina el frasco y libera a la pequeña mosca quien tras dar algunos pasos, comienza abruptamente a zumbar y a caminar en algún tipo de espiral. Por qué no pensar en que pueda haber algún patrón en la dirección y forma en la que la pequeña mosca camina, el pensamiento llega por inmediata obligación sobre todo después de leer tal carta, y el Dr. Ibáñez ahora decide analizar, observar fijamente a la mosca y sus caminar continuo y uniforme sobre el piso. Poco a poco un cierto patrón aparece, varias letras, una “e” una “s” y luego una “t”, rápidamente el Dr. Ibáñez anota el patrón de letras descritas por la mosca. El mensaje final es “Estoy sufriendo, por favor mátame” Ahora la mosca yace inmóvil al lado del lustroso zapato blanco del Dr. Ibáñez esperando a ser pisada.

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