Tuesday, December 21, 2010

Óxido a ser removido

Hay dos tipos de óxido que necesitan ser removidos, el que está en algunas cerraduras y candados que guardan las viejas herramientas de jardinería de Silvio Cruz, y el óxido que cubre su mente y sus palabras, Hace años que no las utiliza, las herramientas, y hace años que aunque las utilice no brindan servicio alguno, la mente y las palabras, Silvio Cruz usa estas últimas tan sólo para sí mismo, las hace rebotar en el espejo para decirse lo cada vez más viejo e inútil que está, las esconde entre las latas de los anaqueles de los supermercados para que cuando alguien las encuentre las ponga en su boca y exclame Qué caro está todo, Las utiliza para regañarse y reprocharse, para recriminarse y lanzarse en mil pedazos por los suelos. Todas sus palabras están oxidadas, quizá desde que murió su esposa Luz de Cruz, y Silvio, que dio su apellido a aquella, lloró lágrimas de cera caliente que hirieron sus mejillas, Tal ves desde que dejó de ser útil, para él mismo y para los demás, cuando tras políticas que hicieron estallar en huelgas y violencia la administración del campo de futbol del barrio y él ya no estuvo más a cargo de cuidar el pasto, de mantenerlo vivo y bien cortado, de alimentarlo con nuevas semillas, de nutrirlo con abonos especiales y cuidarlo de jugadores extraños, de maquillarlo con milimétrica precisión de las líneas blancas que hacen de un simple campo uno de futbol, de pintar de blanco uniforme las porterías y doblar y desdoblar las complejas redes que detienen las fuerzas en acción, el sentido y la trayectoria de los balones cuando hacen gol. Recoge tus cosas Silvio, ya no serás más necesitado aquí, le había dicho uno de los administradores un mes y medio antes de morir en un extraño accidente, Pero si no tienes donde irte puedes quedarte en la administración y utilizarla de vivienda hasta que consigas otro lugar. Y por esto, es que Silvio Cruz cada vez que se despierta ve junto a su cama varios armarios con archivos viejos de equipos y jugadores, ve vitrinas con trofeos que narran viejas victorias, ve parches de escudos de algunos que fueron equipos y de otros que aún lo son pero que juegan en campos lejanos y extraños, ve escritorios que quizá guarden secretos de alguna corrupción, de algún engaño, y que ahora sirven de mesas y alacenas, Al lado de un trofeo está una caja de cereal y varias latas, en uno de los archiveros sobre documentos que empiezan a ser amarillos están algunas cucharas y tenedores, el cuchillo vive en el cajón de abajo junto con una engrapadora y varios cientos de clips, y los vasos comparten su habitación con algunas medallas y fotografías de archivo. Un locker se convirtió en su ropero, y las regaderas en su sala de baño personal. Y cuando Silvio abre las cortinas ve un campo que alguna vez fue de futbol y se llenó de gritos y pasión, y ahora, ahora tan sólo es una lástima, Está bordeado por un muro que parece estar hecho de enredadera, pero que falla en su disfraz cuando deja entrever algunas manchas en rojo de tabique. Fuera de la cancha hay algunos árboles que antes daban sombra al público enardecido, y dentro, ha crecido ya mucho la hierba, se ha muerto el pasto y la tierra desnuda domina la mayoría del paisaje. Y si, Silvio Cruz vive en una inmensa morada, Pero qué me importa si mide lo que Uruguay entera si estoy solo, Aún más palabras oxidadas, Ojalá a Silvio le hubieran gustado las mascotas, así podría sentir que lo esperan en casa cada vez que sale a comprar algo de pan o avena, así tendría a quién hablar y arrojar sus palabras oxidadas, que mediante la poca o mucha respuesta que un animal pueda brindar, respuesta es aún, y las palabras a manera de acción reciben su reacción adecuada y se aceitan, se llenan de movimiento y al combinarse forman lo que se llama comunicación, y así, aunque muchos no lo crean, es como ésta se da también entre animal y hombre. Sin embargo los únicos animales dentro del ahora territorio de Silvio son algunos gatos que se atreven a entrar y descansar en la hierba a pesar de haber sido, ya varias veces, azuzados y espantados por escobas, rastrillos, piedritas y piedrotas lanzadas de la mano todavía hábil de Silvio, siempre bien acompañadas de las muecas y gruñidos más terroríficos que un hombre derrotado a sus cincuenta y cinco años puede elaborar, también hay grillos y demás insectos que por la noche acostumbran a llevar crujientes y rechinadas serenatas a sus posibles amantes, También se cuentan las luciérnagas dentro de estos amantes nocturnos, y con sus lámparas a cuestas parecen ojos de demonios bailando para hipnotizar a sus presas, en este caso a Silvio, a quien aterran las ideas relacionadas con el demonio prefiere cerrar las ventanas y protegerse del mundo nocturno exterior por medio de sus oraciones, Éstas, son también oxidadas, siempre repitiendo lo mismo a punta de memoria, no sabiendo de lo que se habla, palabra tras palabra ubicando los hechos en el espacio con aquél Padre nuestro que estás en los cielos, haciendo las peticiones pertinentes con aquella Perdona nuestras ofensas, aunque Silvio no ha perdonado las de nadie en bastante tiempo, cediendo a ese ser supremo que llama Dios el poder para decidir con un Hágase tu voluntad en la tierra y en el cielo, y estableciendo una especie de contrato entre amo y esclavo para descargar toda responsabilidad con un Líbrame de toda tentación, terminando con un Amén, Amén y buenas noches, buenas noches.

Ahora no, y ahora sí, Llueve. De un minuto a otro se marca la diferencia, quién sabe cuándo se acumularon las nubes negras, quién sabe cómo se juntaron y decidieron comenzar a escupir con desprecio al suelo un poco seco de la provincia de Durazno, Será que la lluvia pesada que ahora cae fue implorada a través de un rito, desconocido por los humanos, de las plantas y árboles que ahora hace su efecto, Será que así se limpian de vez en cuando los pecados que los débiles a las tentaciones cometen, A quién le gusta mojarse con agua de lluvia fría y pesada, Quizá sólo alguna pareja joven y enamorada se aventure con entusiasmo al evento y quizá hasta el amor se cree. A Silvio Cruz por su parte, el hombre derrotado y solitario, no le gusta la lluvia, la considera molesta, ruidosa y por demás insistentemente incómoda, le gustaría envolver la administración en donde duerme con una cúpula invisible, que bloqueara los ruidos, la incomodidad de levantarse y tener que mojarse los pies en los charcos, de secar la entrada y de barrer el agua acumulada en el descanso de la puerta, de poner una que otra cubeta en lugares estratégicos donde sabe de antemano que las goteras lo asediarán, Por qué no has tapado las goteras hombre, ya ves, ahora no puedes dormir, Silvio es un manojo de cansancio, otro de desesperación y aún otro de enojo contra todo lo que le rodea, contra él mismo y contra Dios, Los tres manojos están amarados muy fuertemente, con nudos meticulosos que poco a poco fue haciendo, al pasar de los amargos días y de las horas que nunca acababan, y que ahora resultan imposibles de desatar. Es preferible levantarse y leer, Silvio es de esas personas que cuando leen siempre colocan el dedo índice debajo de cada palabra por la que su vista va pasando, recorre junto con aquella lentamente las letras, las frases y los enunciados, Cuando es necesario se detiene, incluso se regresa y vuelve a pasar sobre lo pasado, Con la otra mano Silvio sostiene sus anteojos, los que están rotos de un lado y sin extremidad que se agarre de oreja alguna del otro, Las goteras no cesan y llenan uno tras otro los baldes que martillean con mazos delirantes las superficies de la administración, Ya cambié los malditos baldes cien veces, Y el dedo índice ya volvió las mismas cien al principio del mismo enunciado que da vueltas ahora en la cabeza de Silvio, Dios mío, por qué me has abandonado, Escogió esta frase Silvio al azar o la buscó con total premeditación dentro de ese libro que se llama la Biblia, Abrió la Biblia Silvio y se la encontró o hizo como que no quería encontrarla, como que buscaba otra frase paseando por otras hojas, como para no molestar al Señor y no hacerlo caer en ira, y de repente, así como no queriendo la cosa se topó con ella, su índice se posó justo debajo de la primera palabra y habló, Una premeditación con disfraz de casualidad. Dios mío, por qué me has abandonado, Dios mío, …abandonado, Por qué Dios mío, Dios mío, Por qué… Hijo de puta, Esto último no lo leyó como todos nosotros sabemos. La cabeza de Silvio es un ancla de trasatlántico que se arroja sobre la almohada de su cama y le impide, ahora sí, mantenerse despierto. Duerme herido y a la vez culpable de haber herido a su Dios, mañana tendrá que sufrir las consecuencias.

Levántate y camina, Es así como Jesucristo resucitó a Lázaro, éste último se levantó de su lecho de muerte y como quién sólo ha estado durmiendo durante largas horas, se talló los ojos para acostumbrarlos poco a poco a la luz y al movimiento que todo órgano en funcionamiento debe administrar, Ahora ábranse más las pupilas para dejar pasar más la luz, ahora muévanse los párpados un poco hacia abajo para denotar pena, ahora, unos cuantos pasos al frente Lázaro y has llegado a la puerta, Ciérrense casi del todo los ojos y ciérrense también las pupilas para dejar pasar muy poca luz y poder ver bien. Aquí está ya Lázaro, el resucitado por Jesucristo, con los ojos entrecerrados y la mano haciéndoles sombra al tapar la luz solar. Levántate y camina, Levántate y camina, El dedo índice de Silvio Cruz no está en esta ocasión bajo esta frase escrita en la Biblia, sino a flor, un poco marchita, de sus labios secos y cuarteados que balbucean insistentemente en los últimos minutos de un sueño que no le resultó del todo reparador, sino caótico y confuso. Silvio abre por fin los ojos y los concentra en una pequeña grieta en el techo justo arriba de él, mientras la mira sus esfuerzos son muchos por recordar los qué, los cómo, los dónde, los cuándo, Parece que la grieta fuera la fuente de respuestas a todo. Silvio pasa en dos segundos al consiente cruel de su vida, una amarga e interminable fila de horas que formadas ante él con ollas y recipientes vacíos le piden una a una, momentos útiles o inútiles para llenarlos y poder retirarse en paz. Silvio está obligado a llenar todos y cada uno de los recipientes que las horas traen consigo, Sin un día dejara de repente de llenarlos, significaría que el tiempo ya no está formado para él, y por lo tanto, habría muerto. La diferencia reside en la calidad del tiempo que reparten las personas a sus horas, Ciertas personas las proveen de minutos amargos, estúpidos o inconscientes, otras, las proveen de momentos alegres, útiles y quizá productivos, Pero no es nuestra tarea la de clasificar la calidad de los minutos con que la gente llena los recipientes vacíos de sus horas, sino la de hacer entender la pesantez y desesperanza que todas las mañanas se apodera de Silvio cuando despierta y cae nuevamente en el bache de su realidad. Y bien, ya se levantó, ya están las viejas sandalias de dormir abrigando sus pies y ahora Silvio camina arrastrándolas y llevándolas hacia la ventana. La ventana abre sus párpados de tela y todo se ve tras un cristal en donde pequeñas gotas de agua decidieron acampar durante la noche, Todo está mojado pero no llueve más, las nubes se han disipado y el sol matutino cubre el panorama, quizá haya algún arco iris por ahí, uno que nadie haya todavía visto y que desaparezca antes de que alguien pueda ir a encontrar la olla de oro, Sobre éste, que ahora es un campo de futbol en ruinas, hay hierbas estrujadas y peinadas por el viento, hay lodo machacado y repiqueteado por la lluvia, y hojas de árboles que no resistieron más y tuvieron que soltarse de la rama que les dio vida, Los elementos dibujan una escena que Silvio ha visto ya bastante y que le molesta, sin embargo, en esta ocasión el viejo campo de futbol, con sus mil maltratos, ofrece a Silvio un espectáculo que atrae su atención a pesar de no saber por qué, El campo y sus desórdenes sugieren algún tipo de equilibrio, algún tipo de patrón, como si el viento y la lluvia hubieran estado jugando durante la noche con hierbas y hojas de árboles para dibujar sobre él, para formar figuras y formas que ahora quedaron atrapadas en lodo. Yo hago caer las hojas, habrá dicho el viento, Y yo las ensarto en el lodo, habrá dicho la lluvia, No sin antes darles un acomodo general, un dibujo creativo. Y es así como Silvio toma la decisión de subir al tejado de la administración, que a pesar de tener sólo un piso, es posible aún treparse a la parte más alta del depósito de agua que estará a unos cinco metros más arriba que la parte más alta del edificio, Silvio llega hasta arriba y se asegura de tener las manos bien sujetas a los tubos que sostienen la estructura, cuida de poner los pies en el tubo más estable posible, Por qué me subí en sandalias, y pega el peso de su cuerpo al gran depósito que servirá para que mantenga el equilibrio, Por fin, ya bien sujeto, mira al frente y hacia abajo, no es la primera vez que siente vértigo.

Sorpresa. f. Acción y efecto de sorprender. Es un breve estado emocional resultado de un evento inesperado. Se expresa en el rostro humano por las siguientes características: Las cejas se elevan y se convierten en arcos altos. La piel se estira debajo de las cejas. Se abren los párpados, se levanta el superior y se baja el inferior exponiendo a menudo la esclerótica sobre y debajo del iris. La mandíbula cae mostrando labios y dientes, sin tensión en torno a la boca. Es espontánea e involuntaria y puede ser seguida por la emoción del miedo o la alegría. En el caso de Silvio Cruz, aún trepado en lo más alto de la administración y con un vértigo que podría tirarlo en cualquier momento, la sorpresa que denota su rostro es seguida por una sensación de alegría, Los tubos de donde se sostiene vibran y producen un sonido de martilleos metálicos que se callan al instantáneo contacto con la franela de su pijama, y las sandalias, de las que ya sólo trae puesta una, están algo mojadas y frías. Sírvase demostrar aquí, la gran y constante fuerza de gravedad, que aún el hombre adherido como mosca a las partes altas de los objetos, es sujeto vulnerable a las caídas, Y en lo que esto se enunciaba Silvio cayó de nalgas sobre un charco de agua en el techo de la administración, que le afectó más que por el dolor, por lo frío del agua. Es una gran huella digital, Silvio se refiere al patrón dibujado por el viento y la lluvia sobre la vieja cancha de futbol, Es una huella enorme, de un gigante, es la huella del pulgar de Dios, que vino durante la noche a hacerme entender que está conmigo, y literalmente dejó su huella, Ahora grita felizmente, y de sus ojos brotan lágrimas de alegría como un niño que ha recibido el regalo más deseado después de mucho tiempo de espera. Las nalgas de Silvio están heladas, pero su corazón, por primera vez después de varios años está cálido como un nido de canarios en primavera. Nunca se sabrá si lo que vio Silvio fue tan sólo unos cuantos óvalos concéntricos, el rastro de algún pequeño remolino de viento que dejó un patrón de cierta forma coherente a la vista del ser humano, pero qué importa lo que en realidad fue, si la idea ya está más que bien metida en su cabeza de que el mismo Dios, el que ordena las cosas en el universo entero, fue el que decidió estampar su huella digital sobre el viejo campo de futbol.

Hoy, un par de meses después de aquella tormenta fastidiosa que hizo a Silvio renegar de su Dios, se abren las puertas de lo que se llama “The Fingerprint Garden” Y por qué en ingles Don Silvio, pues porque así llama más la atención Doña Sofía, ya sabe que lo que está en ingles es porque algo especial trae consigo. El dedo índice de Silvio Cruz pasó también bajo algunas palabras del diccionario Inglés-Español de la academia Westminster, y desde que cayó de lo más alto de la administración comenzó un lento pero seguro proceso de reconstrucción de la antigua cancha de futbol, planto aquí y allá, plantas, arbustos y setos, arboles, enredaderas y hortalizas, pequeñas y grandes flores, con ejércitos de aves en busca del néctar que ahora se observan, delimitó senderos y los cubrió de arcilla, arregló las bardas y procuró fuentes rápidas de distribución de agua para riego, La administración es ahora un pequeño y acogedor lugar para disfrutar de un libro, jugar ajedrez y tomar café, té, chocolate o mate, Silvio ahora vive en tan solo una de las habitaciones que antes fue oficina, e hizo de todo aquello un gran parque, una gran mansión habitada todo el tiempo por personas que disfrutan de la calma y la tranquilidad, y será el que disfrutarán por muchos años las personas de Durazno, Uruguay, Silvio ahora, adora la lluvia, su efecto relajante y el bien que le hace a su jardín. En el letrero de madera que lleva el nombre del parque “The Fingerprint Garden” se puede leer una frase que justo ahora Silvio Cruz acaba de escribir: Donde Dios dejó su huella.

No comments:

Post a Comment