Tuesday, December 21, 2010

Familia

Califíquense como muchos los accidentes que suceden, los viales, los que acontecen y lo han hecho desde que las vialidades existen, Sobre una autopista moderna o también sobre un pequeño sendero que ni siquiera de estar cubierto con piel de digno pavimento puede presumir, Algunos accidentes involucraron a carretas sobre medievales peatones, otros a grandes piedras en pleno derrumbe y gente aplastada, Los fueron de puentes desgajados y árboles tumbados sobre el camino y de vacas enormes con tendencias suicidas, Los accidentes urbanos requieren siempre, a manera de ingrediente ambiental y si se quiere realista, de mucha gente alrededor en cuestión de segundos, que no está y de repente aparece, como si todos se hubieran dado cita para presenciar a los heridos y a los muertos, para con morbosos rostros satisfacer el efecto de mareo que toda sangre chorreando en grandes cantidades puede ofrecer. No se amontonen, déjenlos respirar, Nadie de los que están presentes está realmente capacitado para ayudar, sin embargo, ahí se posan los cientos de ojos sobre la sangre y las vísceras regadas mucho antes que las moscas, Aún están vivos, que nadie los mueva, Ya llegará tarde la ambulancia y se escribirá otro reporte médico que en nada cambiará la vida de los que miran, Quizá en la noche, cuando cenando con sus maridos o esposas se encuentren, quizá padres, madres o hermanos, podrían ser amigos o simplemente conocidos, se suscite la descripción, según el punto de vista de cada quién del accidente ocurrido. Hoy vi un accidente, y los hombres que estaban en el suelo parecían vivos aún, los arroyó una furgoneta, de esas que transportan alimentos y surten a las tiendas, uno de los hombres estaba realmente mal herido, y aunque aún podría moverse estoy casi segura de que habrá muerto, La sangre ya le chorreaba por la boca y la piel desprendida del abdomen dejaba ver los intestinos negros y revueltos, Al otro sólo le pasó la furgoneta por las piernas, tuvo suerte, y aunque gritaba de dolor y desesperación es seguro que se encuentra vivo, El conductor de la furgoneta huyó. Pero para los verdaderos involucrados en el suceso éste será un día único en sus vidas. Para uno será el día de su muerte, y si hay vida conciente después de la muerte así lo recordará, Para el otro será el día en que una furgoneta le quebró las piernas, y dejó de ir a trabajar por un largo periodo, y dejó de jugar football, y ya no pudo ir más con sus hijos al parque, y desistió de andar así por la calle despreocupado y pensando en su amante. Ya vez por andar con otra, le dijo su peluquero, la vida encuentra sus formas de vengarse. Para el conductor de la furgoneta será el día en que dio una vuelta indebida, un jalón del volante en sentido contrario y arroyó a dos, o a tres, o a cuatro, no lo sabe, tan sólo sintió el golpe por debajo de la furgoneta y escuchó los gritos de dolor, Abrió la puerta y echó a correr, se escondió en la casa de un conocido y blanco de terror dejó pasar un día sin salir, hasta que lo encontraron, la policía por deficiente que sea se vale de medios para encontrar a los culpables cuando estos son pobres, cuando son ricos en realidad nunca los encuentran, No sabe cómo pudo salir de ahí, pues sus piernas estaban rellenas de plomo, fue a golpes de la policía que lo logró, luego lo metieron en una patrulla y lo refundieron el mismo día tras las rejas. La sentencia duró un año, la familia lo sacó a base de mordidas a la autoridad quién para terminar sugirió, Pero me lo vigilan bien, que no ande haciendo desmadres este muchacho. Sí mi jefecito, lo que usted diga. Un golpe de cariño en la cabeza del rapado ex presidiario nunca está de más. Ahora el conductor de la furgoneta lo cuenta de esa forma a sus nietos que lo escuchan más por labor social que por interés. Hay una familia ajena al incidente pero que también recordará de por vida lo sucedido. Un miembro de la familia es una niña de catorce años que justo ahora grita aterrada al ver el accidente desde una cuadra de distancia, Es la esquina en donde su padre desciende todas las tardes del autobús que lo trae de regreso de la panadería donde trabaja, Uno de los tipos atropellados se parece mucho a él. Su papá, el que tanto esfuerzo ha estado haciendo para ahorrar dinero y festejar su cumple de 15 años, Mi papá, mamá, mi papá, Es la madre la que sale de la casa aún con las manos llenas de puré de tomate, Que pasa, Las piernas tienen, cada una, su propio cerebro y es por esto que corren a todo lo que dan antes de saber la respuesta, tan sólo es necesario relacionar las palabras “mi papá” con el accidente que se ve en la esquina a cincuenta metros de ahí. Juan, Juan, El gritar el nombre del marido es una cuerda corta y delgada que se lanza desesperadamente a un pozo oscuro y profundo para salvar a alguien, La multitud se enriquece por la llegada de la esposa de Juan, y tras de ella el joven chico de dieciséis que es su hijo, e incluso otro que ya tiene veintisiete y que es el hermano menor de ella. Juan, Juan, La corta cuerda sigue lamiendo desesperadamente las entrañas del pozo sin fondo, la multitud cede poco a poco el paso a quién podría ser algún conocido de alguno de los heridos. Es la mujer de algún herido, déjenla pasar, ordenan algunas voces de la multitud, La chica de catorce años, la que no celebrará ya su fiesta de 15 años si su padre está herido o quizá muerto también tiene un par de cerebros en las piernas que la hacen correr hacia la multitud que rodea el accidente, pero tiene otro que la pudo gobernar a estos dos a mitad del camino y decirles, esperen, regresen a casa y quédense ahí, de nada servirán estando entre la multitud, y en el caso de que su padre se encuentre muerto no querrán verlo ni guardar en la memoria la imagen, Hay que quedarse en casa y aguardar aunque desbordes de impaciencia y terror el desenlace de la tragedia, mientras puedes llorar lo que quieras, el desahogo por vía lacrimal le sucede hasta al ser humano más maldito y descorazonado. Aquí llega Juan y se detiene en la puerta de entrada con la pequeña maleta en donde guarda su ropa sucia del trabajo y con un pequeño frasco de aceitunas en la mano, Por qué dejaron la puerta abierta, De la recámara del fondo sale corriendo la hija, la que ahora tendrá la mejor fiesta de 15 años que una chica puede tener. El abrazo dura lo que tarda un horno en cocer un millar de bolillos, y es tan caliente como el fuego que lo cuece, Hubo un accidente y pensamos que eras tú, y como no llegabas, Ah, tan sólo pasé primero a comprar un frasquito de aceitunas con Don Manuel, para el pescado que compramos ayer, y tu mamá, y tus hermanos, Voy por ellos. Ahora sí los cerebros de las piernas de la niña le ordenan correr a buscar a su madre, A mitad del camino se encuentra a su hermano y su tío sosteniendo de los brazos a su madre, quien tiene cargas de dinamita explotando a cada medio segundo en el corazón. Quien es la primera en dar las buenas nuevas es la madre, Ninguno de los heridos es tu padre, Luego toca el turno a la hija, Mi papá ya está en casa. Muy en familia, sentados a la mesa después de cenar y recoger los trastos sucios, háganse todos un hoyo en el pecho y sáquense el corazón, pónganlos todos juntos en el centro y amárrenlos con un cordón. Que las familias permanezcan así unidas.

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