Tuesday, December 21, 2010

Billete de 200 pesos

No soy un billete de 200 pesos cualquiera; soy el billete de 200 pesos que Chabelo, el anciano asqueroso que tiene un programa para niños en la televisión, tiene en su mano para preguntarle a una niña de 7 años: ¿Quieres este papelito verde que tengo en mi mano izquierda, o quieres estas diez deliciosas paletas que tengo en mi mano derecha?
Las diez paletas son estúpidas; quedaron así desde su nacimiento debido a tanto ácido que les pusieron en la cabeza. Ríen mientras babean líquidos llenos de químicos nocivos.

El público grita intentando convencer a la niña de hacer la elección correcta. Yo soy la elección correcta y tan solo puedo ondear un poco con el fin de mostrar, con ayuda de los reflectores del estudio, mi confeti iridiscente; prueba irrefutable de mi autenticidad, y mostrar claros mis números, un poco bloqueados por los dedos gordos y sebosos de Chabelo, en mi parte superior derecha: “200 PESOS”

Tan sólo queda ver si la niña es más influenciable por el placer inmediato de las diez paletas estúpidas, o si puede llegar a ver el valor que tengo; si es capaz de ver más allá del aburrimiento que superficialmente aparento y finalmente decidirse por mí.

¿El motivo que tengo para querer que la niña me tome con su pequeña mano? Bueno, pues prefiero estar atesorado en un pequeño monedero rosa con broche de flor, junto con prendedores de plástico brillante, dos lápices de colores y cuatro monedas de chocolate, que encarcelado en una grotesca billetera de piel de algún animal en peligro de extinción, con demasiadas tarjetas de Men’s Clubs, tarjetas de presentación de urólogos, profesionales de la calvicie, una credencial de adulto mayor, y otras identificaciones con un rostro mostrando las mas ridículas muecas.

Porque prefiero ser la causa de un bonito oso de peluche, y no el documento que testifica, que la propina, en un restaurante frío y lujoso está pagada. Porque quiero ser la causa de las 1000 felicitaciones que darán a la niña por haberme elegido y así hacerla sonreír 1000 veces sintiéndose la niña mas inteligente, y no el aburrido y lleno de hastío destino de ser poseído por alguien para quien soy casi nada; para quien valgo la cienmilésima parte de un inmerecido salario.

¡Vamos chiquita! ¡A los 7 años ya tienes algo de conciencia sobre lo que vale el dinero! ¡Elígeme y descubre que yo era la mejor opción!, ¡Arráncame, por favor, de las manos de este cerdo enfermo! ¡Rescátame y llévame contigo en tu pequeño monedero rosa con broche de flor!

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