Thursday, April 24, 2014

Contradicción de farsas

Contradicción de farsas. La presentadora de noticias del noticiario estelar de un canal predominante. Su maquillaje, la primera farsa, que pretende hacerla ver natural, fresca, jovial y atractiva, impregnada de belleza clásica, respetable, digna de confianza, encantadoramente conservadora, de consumada belleza intelectual; Así pues, ésta noche las noticias de la tarde a cargo de un ángel sofisticado. La segunda farsa, (la que impide la total efectividad de la primera) la indignación del ángel ante la noticia de un horrendo crimen, gestos de infinita desaprobación y verborrea escandalizada ante un video que se repite y se repite (y se repite). La realidad; una mujer caucásica a mediados de sus 40 frustrada por relaciones sentimentales infructuosas y deprimida por la aparición excesiva de várices en las piernas; espera la pausa ansiosamente para salir a fumar un cigarro.

Saturday, April 19, 2014

Paradise Found


Y las velas, y los rezos, y estar de pié, y ahora sentado, y ahora párate de nuevo, y los cánticos ridículos, y todo eso, todo, todo, toditito se puede ir a la mierda. ¡A la misa no! Advierte desde ya Leobardo. Y además, los pinches niñitos, sobrinitos de no sé quién, primitos de no sé quién correteándose por ahí como pendejos, y el disque pastor haciéndose el santo, el simpatiquito y el muy sabio, ¡nel! ¿Verdad Silvina, que a mí nunca me ha gustado ir a las misas? Ya déjenlo en paz al pobrecito, si no quiere ir a la misa que no vaya y ya. A la fiesta iré, y nada más para conocer viejas. ¿El vaso medio vacío o medio lleno? Pero no me pidan milagros. Te pasas pinche Bardo, ya ni porque es la boda de tu primo dice El Orejón. Y además, el wey es un primo lejano, de esos que de pronto le saltan a uno de no sé dónde; y de repente un día en una reunión familiar de esas de cuando alguien se muere me salió el cabrón de la nada. Mira Bardo, te presento a Julián Estrada, nieto de Amanda tu tía-abuela, la sobrina de tu bisabuelo Alfonso, ¿Alfonso? Si, el General Alfonso Urrieta cuñado de Catita. Ah Catita, si si, de Catita. ¿Hijo de Amanda? ¡Hijo de la Chingada que! Mucho gusto, Leobardo Zúñiga. Y su sonrizota de aparecido en el momento justo, de ya te presentaron conmigo y ya te chingaste. Pero eso sí. Estás invitado ¿eh? y Perdona que no te dé invitación ¿eh?, pero pues no te conocía jaja. Pues si verdad ¡jaja! Pero ya te escribí la dirección aquí en esta servilleta. Hay que seguirle la corriente luego a estos pendejos, uno no sabe cuándo podría uno necesitar de ellos. ¿El vaso medio vacío o medio lleno? Y aquí está la información de la mesa de regalos. Y el muy cabrón trague y trague bocadillos de paté de pato. Bueno Bardo, primo cercano o no una boda es una boda, te echas un bailazo y te tragas todo lo que veas para desquitar esa freidora. Si Bardito, directo a la langosta compa. Gracias Silvina, gracias pinche Orejón. Los compañeros de oficina, una especie de alter-ego colectivo, un montón de espejos que delatan las distintas condiciones de uno mismo en momentos diferentes de mediocridad. Un montón de otros yo. Y llega el día, y durante la hora de la misa Leobardo se viste con calma y se felicita por no haber asistido, y se imagina a la bola de pendejos ahí en la iglesia Santa Nosequémadres, y se felicita nuevamente con una sonrisa a muecas mientras se arregla la corbata. En su coche el GPS nuevo, a ver, a ver… Destino, Colonia, Calle, P-A-R-A-O no, no, I-S-O “Paraíso”, “Lomas del Paraíso”. Número: S/N. ¿Colonia otra vez? Bueno, Héroes de… ¡ahí está! Se tardó un rato en “encontrar destino” pero ya, y bueno, hasta el GPS se tarda en encontrar destinos en países como México donde los destinos para casi todos son un tanto inciertos. Y en su cumpleaños pasado. ¡Que lo abra! ¡que lo abra! Ay gracias mamá, ¿qué es? jaja. Es un GPS Bardito, para que no te me pierdas. Si, para que no te andes metiendo donde no se debe. Jaja. Pinche Orejón tan cagado ¿no? En el camino Franz Ferdinand es el copiloto. 10 kilómetros fuera de la ciudad y das vuelta a la derecha, 20 kilómetros fuera de la ciudad hasta la glorieta, 30 kilómetros fuera de la ciudad y cruzas San Nosequéchingados y sigues de frente por la desviación de la izquierda, vas a ver una fábrica de huevos con muchas vacas. ¡Pero si las vacas no ponen huevos! Pues no sé tú, pero es de huevos y hay vacas, ¿qué le vamos a hacer no mi Bardo? Las instrucciones pendejas de El Orejón no se comparan al poder de orientación de mi nuevo GPS. 25 minutos para llegar a destino por la izquierda. Y las casitas, y la chosas, y las vaquitas flacas flacas, Y, 10 minutos para llegar a destino por la izquierda. Y ¿qué lugar para celebrar una boda no? me pregunto si los demás invitados no se perderán. Franz Ferdinand ruje y ruje. Y, cinco minutos para llegar a destino por la izquierda. Y ¡ah cabrón, un zorro atropellado! No era un zorro era un pinche perro, no, no, era un zorro me cae. Y, dos minutos para llegar a destino por la izquierda. Que raro, por aquí no se ve nada, Lomas del Paraíso se lee en el GPS, pero aquí no veo ningún paraíso, las lomas sí pero el paraíso no. Llegando a destino por la izquierda. ¿Aquí? ¿en medio de la carretera? ¿en medio de la nada? Y Leobardo se baja de su Jetta gris con salpicadera colgante. Se estira el traje, se lo desarruga un poco. Pero aquí no se ve nada, ni se escucha fiesta nada, ¡pinche GPS! ¿El vaso medio vacío o medio lleno? ¡Lleno! ¡lleno! ¡el vaso medio lleno! Reitera Leobardo y se intenta convencer de seguir la actitud adecuadamente positiva, positivamente adecuada. Una repentina frustración lo traiciona. ¡Lleno de mierda! ¡El vaso, el pinche vaso lleno, pero lleno de mierda cabrón, llenitito de mierda, hasta el tope, desbordando de cagada el pinche vaso culero! Y Leobardo se jalonea los canosos pelos y sentado en el cofre de su Jetta se llena las nalgas de mosquitos muertos embarrados en el camino. Está a punto de llorar, ¡Quiere llorar, quiere llorar! Y se acuerda de El Orejón contanto chistes crueles de Pepito. Entre los árboles una luz extraña que no combina con el resto del paisaje. Una luz como artificial, como que no la puede producir nada que no sea humano. Y Leobardo abre los ojillos mediocres que tiene y estira el cuello, se sale del acotamiento y pisa la hierba, las matas secas, algunas con esas espinitas mamonas que se le quedan pegadas a uno en el pantalón y que luego no sé cómo le aparecen a uno hasta en los wevos. Un coche verde con las luces encendidas, está chocado de frente contra un árbol, es un Pontiac Sunfire, de esos color pasta de dientes marca “Comercial Mexicana”, de esos que nadie quiere ni regalados, una tartana ganapanera como dice El Orejón pues. ¡No mames! una vieja ahí adentro, de cara contra la bolsa inflable, el airbag para que me entiendas Silvina, y con un hilito de sangre corriéndole por la cien, Y se quejaba, ¡Ay, ay, ayúdenme! No mames, y fue entonces cuando le ayudaste ¿no Bardo? ¡Claro! Señora, señora, ¿me escucha, me entiende? Y la señora, Sí, ayúdeme, ayúdeme por favor, Y como puede la ayuda a colocarla de nuevo contra el respaldo del asiento, y luego luego llama a la ambulancia que llega como en 15 minutos, Hasta eso rápido los cabrones, La suben y le hacen las primeras preguntas. Y el otro paramédico ¿La conoce? Pues no pero… ¡Acompáñenos! Leobardo le calla el hocico a Franz Ferdinand, cierra el Jetta, le pone la alarma, aquí no le pasa nada. Y Bardo se trepa a la ambulancia. Primeros auxilios y la mujer se queja pero parece que está bien, Una sirena endemoniada recalcitra sobre sus cabezas, Una pierna bastante lastimada pero que asegura el paramédico está en buen estado y se salvará sin problemas. La mujer instintivamente toma a Leobardo de la mano y le sonríe. Gracias jóven, ¿Porqué le dicen “joven” a uno si ya está bastante ruco? No se preocupe señora, Y no es muy señora como quién dice, tiene como 15 años menos que él, unos 35 diría él. Y hasta está guapa la mujer. Ahhhh, canijillo, dice Silvina. ¿Qué andaba haciendo por ahí señor? pregunta el paramédico, ¿es familiar de ella? No, no, la encontré por casualidad, estaba buscando una dirección, la boda de mi primo en Lomas del Paraíso. ¡Uy! pero eso está muy lejos señor, como a una hora de aquí, estaba bien perdido don. Fue un milagro la verdad, un milagro que la encontrara digo. La paciente tose y luego se ríe. Mira, accidentada pero contenta, no se me ría mucho señora, tranquilita ahí. Leobardo pregunta, Disculpe señora pero ¿qué le da risa? Que usted estaba buscando Lomas del Paraíso y me encontró a mí, ¿Y eso qué tiene de gracioso señora? me parece hasta increíble que esté bromeando así en las condiciones que está, fue un verdadero milagro encontrarla, un pelito y... Saque por favor mi licencia de mi bolso del pantalón, pero con cuidadito. Leobardo la mira extrañado, Sí, sí, ándele, sáquela y lea mi nombre. Leobardo con cuidado mete la mano al bolsillo izquierdo del pantalón de la señora, saca una cartera negra y atiborrada de cosas, le abre el cierre que se atasca un poco con una liga. Un papel de baño manchado de labial, un brillo de uñas, tarjetas de presentación de abogados y al fin, su licencia, ¿Su licencia señora? ¿Quiere que lea su licencia? Si, lea mi nombre. Leobardo queda en shock metafísico. “María del Paraíso Solís Castaño”. Leobardo nunca fue a la boda de su primo a Lomas del Paraíso pero el GPS le ayudó a encontrar las Lomas, y también el Paraíso. María del Paraíso es ahora su segunda esposa y literalmente es el amor de su vida. ¿Pero cómo hay así historias verdad? dice Silvina con voz filosófica. Unos meses después de casarse Leobardo con María del Paraíso regresa la nueva pareja a buscar el lugar exacto donde la había encontrado. Leobardo pone en su GPS las mismas instrucciones que puso aquél día. “Lomas del Paraíso” pero esta vez el GPS lo guía hasta un lugar completamente diferente, a la entrada de una especie de rancho que tiene un letrero en la entrada “Salón de Eventos Lomas del Paraíso”. Silvina concluye: Y es así como Bardito encontró el paraíso, gracias al GPS que le regaló su mamá ¿verdad Bardito? Chiaaale, Opina el pinche mamón de El Orejón Samarripa.