Tuesday, December 21, 2010

Miel

A pesar de creer que yo nunca iba a tener una experiencia irreal, no cotidiana, una historia fantástica como la de muchas de las personas en el pueblo donde vivo, llegó el día en el que algo increíble me sucedió. A continuación, con mi puño y letra, intentaré describir, se que de forma pobre lo lograré porque la realidad fue indescriptible, lo acontecido a mis 29 años de edad en una fiesta cerca a las fechas de navidad.

Yo soy un tipo que se puede definir con el contundente adjetivo de “normal”, ni muy inteligente ni muy tonto, ni muy rico ni muy pobre, ni muy guapo ni demasiado feo como para no ser notado por algunas chicas, Soy un tipo que un día conoce a una chica en una fiesta, la chica me encanta, es súper hermosa, de hecho es muy parecida a una chica de la que estuve enamorado mucho tiempo, Sus ojos no los veo pues su mirada esta clavada en sus manos que están, a la vez, entre sus rodillas, Lleva un vestido blanco y quizá de algodón bordado como los vestidos de las granjeras. Platico con ella y todo es genial, la noche va de maravilla, me identifico mucho y encuentro tantos puntos en común y otros tantos que nos hacen reír, sin embargo, parece como si ella escondiera algo, no dejo de pensar que esta chica podría no ser del todo como yo, un tipo “normal” sino un tanto extraña. La noche casi termina y ella se va temprano, nos despedimos y yo le pido volver a verla, pero ella me da indirectas con sonrisas perfectas y no me deja ninguna forma de encontrarla. Esta chica es especial, sigo sintiendo, tiene algo muy misterioso en su mirada que ahora sé que refleja la luz en sus maravillosas superficies café claro, Pero se mira realmente tranquila, pacífica, se mueve como si su cuerpo no pesara, se ve como si flotara, y brilla. Ella sale por la puerta y no la veo más. Desde este segundo siento que algo me falta. Yo investigo con personas de la misma fiesta sobre aquella chica y realmente me obsesiono con el asunto. Por fin logro dar con la dirección de donde vive, que más que una dirección es tan sólo un conjunto de indicaciones sobre cómo llegar a donde habita, Después de recorrer un par de valles y atravesar poblados pequeños hechos de adobe, me remito a tocar la puerta de una casita en medio de un pueblo pequeño y olvidado, para nada sucio pero sí muy deteriorado, con paredes cuarteadas y despintadas, con hierbas y flores silvestres en las aceras y la calle tapizada con piedras de río que ya se han comenzado a despegar, el lugar está lleno de pájaros y de flores, Pasan varios segundos y nadie me contesta, yo abro la puerta de madera vieja y deliciosamente rechinante, y detrás de ella descubro algo así como el interior de una casa sin techo, en donde el suelo es todo de miel, No hay muebles ni nada, lo único que se ve es miel con algunas hojas secas y flores en la superficie, el sol pega en la miel y tan sólo refleja el cielo y las nubes, pero haciendo sombra con mi mano descubro que debajo de la miel hay cosas, hay muebles y también hay algo que se mueve, De repente descubro una cara, es ella, la chica de la fiesta, me mira y me dice con ademanes de las manos que entre, que vaya con ella. Me espanto, pero veo que ella se ve bien, que está bastante tranquila y bella como en la fiesta. Yo odio la miel, nunca me ha gustado, y la idea de entrar y cubrirme todo de miel me parece repugnante, no obstante ella se ve contenta, y realmente está insistiendo en que yo entre. Al fin me decido y doy un paso al frente, como quien entra a una piscina, y me hundo en la miel, rápida pero lentamente, ya debajo, siento el calor del elemento chicloso y pegajoso, siento la miel llegando y cubriendo todo mi cuerpo, realmente me disgusta, pero me enfoco en ella e intento olvidar lo mucho que me desagrada estar ahí. Ella está hermosa, me habla y la puedo escuchar, me pregunta cómo llegué a su casa y cómo estoy, cómo me siento. Me doy cuenta de que también puedo hablar y ver sin problemas, los destellos de la luz de sol que entran a la miel y que rebotan en los muebles son hermosos, los sonidos se escuchan como distantes, como si estuvieran reducidos en velocidad, como ecos difusos. Puedo moverme, incluso mejor que afuera, mi cuerpo pesa mucho menos dentro de la miel y puedo moverme con ligereza e incluso podría decir elegancia. No obstante no me gusta la miel, de tan sólo pensar que esto cubierto de pies a cabeza de ella me hace sentir una especie de claustrofobia. Ella, la chica de mis sueños, se preocupa, De cierta forma estoy invadiendo su hogar, y también muestro que no me gusta del todo. Yo le digo a la chica que no se preocupe por mí, que yo no siento ningún tipo de repulsión ni por ella ni por su forma de vivir, de hecho le digo que me encanta, que ella me fascina, y que es simplemente la miel que no me agrada, y a la que no estoy acostumbrado. Le pregunto que porqué no sale, y ella me responde diciendo que el mundo de afuera es demasiado hostil para ella, de vez en cuando sale, pero siente la necesidad de regresar rápido a su entorno, pues es mucho más seguro y la protege, ella es muy delicada. Advierto que ahora tengo que regresar a mi casa, tengo que estar en el exterior, la miel me está haciendo sentir mal. Ella muestra una combinación entre tristeza y enojo, y me dice que yo no podría estar jamás con ella, pues no soy un ser de miel como ella. Yo me alejo, no soporto más la miel y como puedo salgo de la gran piscina de miel, Ya afuera, la miel pegada a mi ropa y a todo mi cuerpo es muy desagradable, el viento me golpea y todo pesa demasiado, tengo un malestar tremendo. El sol golpea mi cara y yo no pienso en más que en llegar a donde vivo para regarme con agua y quitarme toda la miel de encima, el camino es largo y tortuoso, todo se me pega al cuerpo, la tierra y el polvo. Mi cuerpo pesa más que nunca. En fin, los días pasan y el infinito desagrado de la miel pegada a mi cuerpo es sólo un recuerdo negativo, no obstante, la sensación que tuve al experimentar estar debajo de la miel se vuelve una especie de obsesión, no sólo ella, la chica de mis sueños, sino su mundo completamente de ensueño, con movimientos que flotan, con sonidos de ecos y con luces tenues que rebotan y se reflejan cristalinamente en todos lados, con un techo de sol tenue y flores atrapadas en la superficie. Yo no soy un ser de miel, pero cada vez más siento la necesidad de volver a sentir el mundo de la chica de mis sueños. Un día decido regresar, tengo que verla y tengo que sentir de nuevo esa experiencia, al entrar de nuevo me resulta algo mejor, ella está un poco enojada conmigo, pero le alienta que por lo menos esté intentando acoplarme y descubrir su mundo, después de estar un tiempo suficiente salgo de la miel y la repugnancia al salir es menor que en la primera vez, ahora me siento algo preparado para este malestar. En posteriores ocasiones regreso una y otra vez, y cada vez más me adapto a la miel. Llega el momento en el que en verdad siento que la necesito. Un día llego por fin dispuesto a quedarme, No llevo en verdad más que algunas nueces y fruta de la temporada para el camino. Ella llora después de hablarle de mi decisión y me pregunta si en verdad voy a poder quedarme ahí con ella. Le contesto que mi cuerpo se siente ya adaptado a la miel, que puedo evitar el desasosiego de salir de ella, simplemente no saliendo y quedándome ahí todo el tiempo. Comemos flores que se atrapan en la superficie y pequeñas raíces que han atravesado los cimientos de ladrillo hecho de barro, vivimos en cámara lenta y somos dueños del tiempo. Ahora estoy con ella, ahora estoy feliz, y ella, siempre sonriente y luminosa, acaricia mi cabello mientras yo escribo esto.

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