Wednesday, November 22, 2017

Puto el que lo lea

-Un chamaquito cualquiera- dice doña Isadora, -uno de esos vaguitos de la prepa 24 que no tienen nada que hacer más que estar jodiendo al prójimo - Asegura ella que lo vio, -con mis propios ojos - reitera. “Puto el que lo lea” -y cuando lo vi no le di mucha importancia pero sí me fijé bien bien quién era porque lástima, acabandito de pintar, todo blanquito que estaba - Y dice doña Isadora que el chamaquito cualquiera era el hijo de don Genaro el de la ferretería; y que andaba por ahí el muy salsa demostrando lo machito que era, y que la Antonia, la muchachita de Mercedes y él se la pasaban besuqueándose en la esquina después del colegio. No era más que unos cuantos metros de muro blanco, nada a los costados, - Justo el terremoto del Jueves había derrumbado el resto del muro menos esos diez metros, de la contención que tenía la cancha de fut sólo quedó, diría yo, más o menos eso, pero recién pintadito lo viera; tanto tiempo que había estado lleno de propagandas políticas y justo ahora que lo habían pintado se había casi completamente derrumbado.- Doña Isadora hace una pausa para subirse las mangas de la blusa -Y para acabarla de fregar el graffiti que puso el chamaquito ese. “Puto el que lo lea” decía. Y como el primero que lo lee es el que lo escribe pues me imagino que él mismo se echó la maldición encima ¿no? Que hasta la muchachita de Mercedes se quedó toda cabreada porque el chamaquito ya no la volvió a buscar. Y que se volvió gay como dicen que se dice ahora ¿no? Putito pues.- -Homosexual doña Isadora- - Sí pues, homosexual o como se diga, pero él fue el primero de muchos oiga, porque después todo el mundo que pasaba por ahí y lo leía pues también se volvía gay ¿ve? Menos el bruto de don Joaquín que nunca aprendió a leer. Y hombres así, bien machitos que yo conozco desde hace muchos años y que yo aseguraba que les gustaban las mujeres de repente se volteaban ¿ve? Ahí está don Gildardo esposo de Estelita, y Sebastián, al que le dicen El Piojo y que dizque entrenaba box, y Guillermo el peluquero que hasta dejó a la mujer y salió de su casa con uno rete joto que lo vino a buscar un día; y hasta que alguien comprendió - Se rasca la pantorrilla doña Isadora - que lo que estaba en el muro se volvía realidad, como hechizo pues, como brujería ¿no? - Si hay muñecos vudú que causan en la persona con la que guardan el vínculo lo mismo que le pasa al muñeco, entonces ¿por qué no con un muro, y con todo un vecindario? -¡Un muro vudú oiga! Hasta que Don Gildardo, que ya era re-putito, cubrió el graffitti de nuevo de blanco y escribió lo contrario: “Erosexual el que lo lea”- -He-te-ro-sexual doña Isadora- -Sí pues jóven; he-te-ro-sexual, y no porque a don Gildardo le disgustara su nueva preferencia sexual, pos allá él ¿no?, ya estaría de dios, y bien que se las aflojaba a Sebastián dicen, sino porque le trajo problemas con la familia, el trabajo, los hijos le dejaron de hablar dicen. Pero ahora ocurrió lo contrario, a Joaquincito que desde chiquito fue muy afeminadito, después de leer el nuevo letrero le empezaron a gustar las muchachitas; y sorprendida la Adela que siempre había dicho que qué guapo el Joaquincito y que qué desperdicio pudo por fin cumplir su sueño de andar con él ¿se fija?. El chiste, para no hacerle el cuento largo, es que lo volvieron a cubrir de blanco, que porque era peligroso, que qué brujería era esa, que mejor dejen eso quieto, y unos quisieron permanecer así gayses…- Gays doña Isadora- -Sí pues, gays, y allá cada quién ¿no? Y otros quisieron regresar a su estado normal. Pero lo importante de todo esto es que se descubrió que lo que se escribía en el muro se volvía realidad ¿ve? Y los vecinos al caminar por enfrente apresuraban el paso, y veían al muro sólo de reojo aunque ya estaba otra vez pintado de blanco, y se persignaba la gente oiga.- Doña Isadora se persigna ella misma como para enfatizar - Fue hasta un día que un borrachito de esos que se queda tirado en la banqueta se orinó en el muro, y fue el día que se dejó caer esa lluvia ácida tan hedionda en todo el barrio ¿se acuerda? Que hasta los pajaritos andaban ahí cayéndose muertos en las banquetas bajo los árboles. La gente que no sabía le echó la culpa quesque a la ceniza del volcán, pero nosotros los vecinos sabíamos que había sido la meada del borrachito ese en el muro. ¡Jesús! - Y don Gildardo que ya tenía el cuento del muro bien contado le echó 2, 3 cubetadas de agua para lavarlo dijo, y fue cuando llovió harto y se inundó la colonia ¿ve? Hasta que pusieron unas piedras alrededor, los mismos tabiques de la sección del muro caído y unas varillas y unos costales de cascajo y unos colchones viejos para que nadie se le acercara al muro otra vez, que buenas que malas intenciones mejor que lo dejaran en paz, y se turnaron los vecinos para vigilarlo hasta hacer una junta de vecinos y decidir qué hacer con el muro. ¡Ay, ni le ofrecí nada! ¿un tesito, un cafecito?- -Un cafecito doña Isadora- -Pero ¿se acuerda de Matías? - -Matías… Matías…- -¡Matías! El viejo panzón ese que era miembro del partido político que anduvo repartiendo su basura el año pasado, ¿ya se acordó? - -Ah, sí sí doña Isadora, tengo una bolsa del mandado con su cara, cada vez que la veo se me quitan las ganas de ir a comprar jeje- -Pues mire que ese viejo panzón anda ahí metido en ese partido y llamó a sus colegas y un día vinieron unos fulanos así de traje del ayuntamiento pero con cara de criminales oiga, yo como tengo la ventana aquí enfrentito y como mi Beto ya falleció el pobre pues me la paso viendo ¿ve? Pero no crea que soy chismosa. - -¿Cómo cree doña Isadora?, es la responsabilidad de buena vecina de mantener ojo vigía a lo que pasa en la calle.- -Pues mire que sí. Y como le decía, vinieron esos fulanos y estuvieron platicando ahí frente al muro, y quién sabe que tanto decían y le revisaban, unos lo midieron con una cinta, los otros analizaron los tabiques caídos, sacaban muestras de polvo y de cemento, vaya usted a saber; hasta le tomaron fotos al muro ¿ve? Y yo me cubría aquí con la cortina detrás de la ventana para que no me fueran a ver, Y después de una buena media hora que estuvieron ahí se fueron comportándose así medio misteriosamente.- -¿Y a dónde iban doña Isadora?- -Pues no sé, sabrá dios, se metieron a un restaurante caro dicen, que salieron alcoholizados y que uno hasta le dio una patada al perrito de Isaura, que aún cojea pobrecito lo viera; pero lo que sí es que algo se planearon ahí dentro porque don Matías, el viejo panzón ese, comenzó a decir muy enérgicamente en la junta de vecinos que le dejaran el muro a los del ayuntamiento, que ellos sabían mejor que hacer, que mejor ni meterse, que por la seguridad de todos, Y no es que no le hicieran caso ni lo tomaran en cuenta pero los vecinos serán locos, tendrán sus problemas o a veces andarán de genio pero ya habían hecho una lista de buenos deseos para pintar y escribir en el muro y que se volviera realidad; que una escuela grandota llena de hartos salones para los muchachos, que un hospital nuevo, que trabajo para los que no tenían y que un mejor salario para los que ya tenían, que la cura de las enfermedades de los vecinos, habían los que hacían peticiones sólo en su favor ¿ve? Pero se les restringía, que pidieran pero con la condición que no hubiera duda de que la petición era para el bien de todos; La mayoría de la gente reunida en comunidad muestra un buen corazón. ¡Ay, ya debe estar su cafecito- -Gracias doña Isadora, ¿dónde está su baño disculpe?- -Ahí al final del pasillo frente a los costales esos- Doña Isadora saca una cacerola, la puerta del refrigerador lleno de imanes de frutas y verduras, el maíz con sacatitos para imitar el pelo de elote; pone la cacerola al fuego con un poco de agua -Entonces don Matías, ese viejo panzón, al ver que el resto de los vecinos lo había excluido empezó a berrear ¿ve? Que no compañeros, que allá ustedes, que meterse con asuntos del ayuntamiento les traerá problemas, que cuidado con las multas y las sanciones, y el muy mierda que yo hasta podría salir perdiendo la pensión de mi Beto. La gente sí se asustó oiga, pero al final se mantuvo firme y valiente y le dijeron al panzón de Matías que la barda ni había sido construída por el ayuntamiento sino por ellos mismos, y que por consiguiente correspondía a ellos decidir qué se hacía con ella, o con lo que quedaba de ella ¿verdad?. Al siguiente fin de semana…- -Disculpe doña Isadora, ¿no tendrá azuquitar?- -Ay qué vergüenza, ahoritita mismo se la doy, es que mi Beto se lo tomaba así sin azúcar y pues me acostumbré.- -No hay cuidado doña Isadora, gracias.- -Al siguiente fin de semana se planeó lo del muro, se juntarían los vecinos por la mañana, unos les tocaría llevar la pintura, otros las brochas, unos dibujarían con lápiz los trazos y otros los rellenarían de pintura ¿ve?, a mí me tocaron las gorditas, y la esposa de don Chema dijo que prepararía un pozole si Laura le prestaba las cazuelas de barro de su negocio. El doctor juntó las firmas y sólo faltó la de panzón de Matías que se fue echando fuego del hocico pues. Y entonces sucedió lo del segundo terremoto, el siguiente Martes ¿se acuerda?, y lo que quedaba del muro se cayó completamente.- -Híjole doña Isadora, y que se quedan sin su muro de los deseos ¿no?- -Pues sí oiga, y buenos deseos viera usted, buenos para todos, para la comunidad, para los muchachos; a mí me hubiera tocado atención médica de calidad. Pero los del ayuntamiento y ese panzón desgraciado de Matías regresaron a intentar colocar de nuevo el muro, y no todo el muro sino sólo la parte que había permanecido en pie después del primer temblor; trajeron albañiles y les dieron instrucciones para que quedara como antes, los albañiles no entendían por qué habían de dejarlo incompleto y así como medio derrumbado de los costados, pero así, igual sin entender, tuvieron que seguir las órdenes de los del ayuntamiento; y al final lo pintaron de blanco nuevamente y los del ayuntamiento comenzaron a escribirle cosas, enunciados completos siempre con el nombre del delegado en mayúsculas, pero al parecer por más que lo intentaron nunca les dio resultado, nunca se les hizo nada realidad, se mostraban frustrados en sus intentos y agresivos contra nosotros, se nos impidió el paso y muchos tuvieron que rodear la cuadra para llegar a sus casas. Al final se rindieron y así lo dejaron, no construyeron el resto del muro ni quitaron los retenes que habían puesto, tan sólo se fueron y no volvieron más. Despidieron gente en el ayuntamiento, por eso que el panzón ese del Matías ahora anda sin trabajo. ¿rico el cafecito?- -De perlas doña Isadora- -Y así lo que le cuento ¿ve?- Doña Isadora suspira y con sus manos arruga sin motivo su delantal. -¡Ay, Mexicanos al grito de guerra… al sonoro rugir de un temblor!... ¿Se echa un tamalito?-

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