Sunday, December 23, 2012
Chagall 5.0
Le parece a Tito que lo que brilla a través del tarro de cerveza es el reflejo de su sonrisa. Está tan enamorado de ella el pobre. Sus colegas se ríen de él a sus espaldas. Ya ha comenzado a ver hacia el infinito, en su mano izquierda su tarro a la mitad con espuma derramada en los costados, los ojos de Tania, ahora una oreja que de la cascada de cabellos negros se le escapa, la mesa con sobrepoblación de fritangas y envases con diferentes niveles de alcohol en sus entrañas, su cuello blanco y la constelación de lunares en su pecho. Tania. Su blusa de flores abierta en el pecho. Tania, su voz de nena entremezclada con chilliditos agudos. Tania. Como es posible, se pregunta, que tenga la suerte de estar con una chica así. Ya te estás acalambrando Tito, despiértate hombre. Una palmada brusca en su espalda acaba con su ejercicio de entregada admiración. Prendido, se podría decir que esta. No borracho, pero con suficiente alcohol en la sangre como para sentirse flotar. Ya nos vamos mi amor. Y Tito se pavonea en silencio de que ese "mi amor" está dirigido a él. Vean todos que yo, Tito, soy el hombre de esta mujer de ensueño. Echa para adelante los hombros, se arregla el cuello de la camisa, mira su fino reloj en un brazo peludo. Cuando quieras mi vida. Tania se pone su chamarra mientras continua su conversación con Alma, los gemelos se hacen bromas pesadas, se tiran moronas de comida y cerillos quemados. Parecen niños ríe Adelaida. Tito se echa a la boca un puñito de botanas más. Tania llega hasta él, le da un beso y con diestras manos le abre de un jalón la bragueta. Que haces dice Tito con risa nerviosa, Ve hacia un lado y hacia el otro, Tania, pero qué estás haciendo. Nadie lo mira, pero Tania con la atención en otro lado manipula dentro de su bragueta y libra los obstáculos hasta su pene. Tania, que te pasa, repite Tito, pero Tania sigue mirando para otro lado y escuchando los chismes de Alma, Las manos de Tito intentan detener las de Tania, pero ella se aferra a su cometido. Los gemelos se dan puñetazos en los hombros, Adelaida muerta de la risa jala a uno de ellos del brazo, Tania con la mano bien firme en el pene de Tito lo saca de la bragueta y jalándolo le dice: Vamos mi amor. Creerlo sería demasiado, pero la inercia que conllevan los influjos del alcohol, o el enamoramiento que siente por Tania, lo hacen, como animal amaestrado, obedecer. Se levantan de la mesa, dos hombres en la barra de al lado siguen su plática; motocicletas al parecer. Adelaida dejó la propina, Alma abraza por la espalda a uno de los gemelos, el otro le hace cosquillas por detrás a Adelaida, Tania lleva a Tito del pene como se lleva a un niño de la mano, a un perro de la cadena, de la forma más natural, como si fuera lo cotidiano, lo que todas las novias hacen, lo normal, ¿lo es? ¿En dónde estamos? ¿Qué horas son? Para nadie es extraño mas que para Tito. Estoy seguro que no bebí demasiado, y mira no más de tres envases de cerveza vacíos en el lugar donde estaba sentado. Ya tiene el pene caliente y tieso dentro de la mano de Tania, ella jala delicadamente y simplemente lo guía hasta la puerta de salida. Nadie mira, a nadie le importa. En la salida, el mundo se despide. Hasta mañana, estudias para el examen de química, Para que estudiar dice un gemelo, si a mi lado estará Roberta. Todos ríen menos Tito que tan solo hace una mueca. Cómo te aprovechas de esa pobre campirana dice Adelaida, sabes que se le van los ojos por ti. Adiós Alma, adiós Tania, cuídate Tito, Tito gruñe, pero nadie observa, nadie quiere observar o a nadie le importa. Unos parten para un lado de la calle, los otros para el otro. Ya es de noche, los comercios aledaños han cerrado. Hace un frío que se acrescenta con cada fluctuación de un viento voluble. La cortina de la tienda de la esquina se cierra también, y su dueño con el periódico bajo un brazo y una bolsa de pan en la mano se aleja silbando por la calle. Una bolsa de plástico flota haciendo espirales en la calle, A mi casa cariño dice ella, flota como un animal perdido en la calle buscando comida. Los gemelos y las chicas se han subido a los autos y han arrancado ya, uno de ellos se despide desde la ventana del auto al pasar. Una poderosa ráfaga de viento hace tambalear a Tito, levanta la falda de Tania, ella ríe divertida. El viento jala fuertemente a Tito, un placentero dolor en su pene, de repente el viento lo levanta del suelo y lo jala hacia el cielo, el pene, bien sostenido por Tania sale de la bragueta de Tito como mascada de la manga de un payaso y tan alto como un edificio de tres pisos el ascenso de Tito se detiene. Te amo, estoy loca por ti. Tania le grita desde abajo sosteniendo su larguísimo pene. Él es un globo, lleno de gas ligerísimo, contoneándose con el viento, sintiendo un placer delicioso en el vientre y el cuerpo entero. La lógica no se busca y por ende no se encuentra. Y yo estoy loco por ti le contesta Tito a todo pulmón. Tania tira del globo humano y Tito avanzando lentamente ve las calles vacías desde las alturas, las ventanas de las casas con las luces prendidas, un perro le ladra, una niña lo saluda. Nunca había estado tan enamorado de una mujer.
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