Un pedazo de carne cocida en medio de dos panes. Quizá con algo de cebolla, tomate y lechuga, pero igualmente aburrida, no importa que le añadas cátsup o mostaza, o que esté acompañada de papas fritas, una hamburguesa nunca extenderá mucho más allá sus ingredientes, y por lo tanto, su valor culinario y hasta lúdico. Por otro lado están las pizzas, no sólo provenientes de una gran y antigua tradición gastronómica como lo es la cocina Italiana, sino extensas en su variedad y en sus ingredientes, las hay de muchos tipos de carne, con pimientos, aceitunas, mil variedades de queso, vegetarianas, picantes, no picantes y hasta con fruta. Las pizzas extienden su valor gastronómico en mucho más de lo que puede hacerlo una hamburguesa, y resulta una plataforma ideal para la experimentación, la nutrición, y su gran adaptación a los diferentes gustos y exigencias del paladar, además, resulta idónea para cualquier tipo de personalidad. La conservadora y europea pizza de carne, queso y aceitunas, la extrovertida hawaiana, la excéntrica pizza de pimientos y cebolla, y la campirana pizza ranchera o la urbana pizza al pastor. En fin, un conjunto de variedades y matices inalcanzables para la simplona hamburguesa.
No sólo los dinosaurios se extinguieron, también lo hicieron las diferentes cocinas del mundo. Ahora, la gente sólo come hamburguesas y pizzas, pizzas y hamburguesas también. Pero a diferencia de la repentina extinción de los dinosaurios, las cocinas del mundo lo hicieron de forma lenta y dolorosa. Primero se extinguieron las cocinas menos influyentes, menos populares o trascendentes; la vietnamita, la portuguesa, la colombiana; la inglesa no duró un solo segundo; posteriormente la comida un poco más influyente: la peruana, la de la India, la griega, después siguieron las más importantes, la japonesa, la mexicana, la china; aunque ésta última se resistió bastante por la gran cantidad de chinos en el mundo, también se extinguió todo lo que no fuera pizza de la comida italiana. Una verdadera tragedia gastronómica en manos de las más poderosas empresas, el tiranosaurio Rex de las hamburguesas y el tricératops de las pizzas. Gastronomía masiva y comercial, comida prefabricada para ser rápida, para llegar directo al estómago y después ser cagada. El asunto resultó un gastronomicidio para acabar pronto. La gente del mundo sólo consumía hamburguesa y pizza, pizza y hamburguesa también; ya lo habíamos dicho.
Contemplando el hecho de la versatilidad y el valor nutritivo de la pizza la gente intentó aferrarse más a ella que a la hamburguesa, pero que existan dos depredadores en el mismo territorio hace que, automáticamente, uno de ellos se convierta en presa. La pizza era en esta lucha la evidente víctima, pues las empresas de hamburguesas siempre fueron más poderosas. Las hamburguesas comenzaron a devorar pizzas y así poco a poco las fueron borrando del mercado. Ya desaparecidas las pizzas, el obvio destino de las hamburguesas era quizá, el de devorarse a sí mismas como un maniático y compulsivo aparato digestivo, pero antes de que esto sucediera, la gente se reunió y lo discutió en todo el mundo, se manifestó a mil voces, se quejó, se expresó y finalmente se comprometió. Justo ahora, frente a las oficinas de las empresas de hamburguesas más poderosas del planeta entero, una multitud gigantesca se ha dado cita, la gran masa de gente agita banderines de rebanada de pizza, porta playeras con mil slogans, y con poderosas voces, que quizá lleguen al espacio, canta a coro: ♫All we are saaaayiiing, is give Pizza a chance!